Mi
experiencia en Irlanda
Este
año se ha organizado en el IES Lauretum un intercambio a Irlanda para los
alumnos de Bachillerato durante la semana del 22 hasta el 29 de abril, con un
colegio llamado SacredHeartSchool, en el que solamente pueden estudiar chicas.
Yo he sido uno de los afortunados que ha podido vivir esta experiencia,
acogiendo a una de las chicas en febrero y “viviendo” en Irlanda durante una
semana.
Son
muchas las actividades que nuestras profesoras de inglés, Lola y Teresa, junto
con las profesoras de español en Irlanda, han organizado para nosotros, tanto
aquí en España, como en la isla esmeralda. Yo me voy a centrar en analizar
estas últimas, que son las que realmente he disfrutado y que más recientes
tengo.
Debo
mencionar que la llegada a Irlanda fue muy precipitada, ya que nos adelantaron
el vuelo del avión, que en condiciones normales tendría que haber salido a las
21:00 del martes 22 de abril, pero que por diversos motivos fue adelantada su
salida a las 7:00 de ese mismo día. Este cambio en los horarios lo supimos el
lunes por la mañana, por lo que aquellos que no habíamos hecho aún las maletas
tuvimos que darnos prisa.
El
vuelo fue relativamente corto, unas dos horas y media aproximadamente. Las
horas que nos habían sobrado debido al adelanto del vuelo las dedicamos a
recorrer el centro de Dublín, e incluso nos dio tiempo a hacer unas compras
para la familia o pasear por nuestra cuenta. Dublín es una ciudad
impresionante, como es de esperar en una capital. Me sorprendió la de grupos de
jóvenes que había tocando en la calle para recaudar algo de dinero. La
Universidad fue lo que más me gustó de esta ciudad, con edificios realmente
sorprendentes y rodeados de árboles y otro tipo de plantas. Irlanda es un “país
verde” por lo que pude comprobar durante toda esa semana.
Dublín
no era realmente nuestro destino, ya que
las irlandesas viven en Westport, un pequeño pueblo del condado de Mayo,
situado en la costa oeste del país, a unas cuatro horas de la capital. Mi
irlandesa y otras dos más vivían en Newport, el pueblo vecino. El caso es que
cuando llegamos nos habían preparado una sorpresa. Una vez conocimos a las
familias y nos enseñaron nuestro cuarto,
nos llevaron a ver un partido de fútbol gaélico, un deporte típico de
allí. Yo personalmente estaba agotado, pero por suerte ese día llegamos
temprano a casa.
El
miércoles fue el primer día en el que realizamos varias de las actividades
programadas por las profesoras. Por la mañana hicimos una visita guiada por
Westport, que ya habíamos tenido la oportunidad de ver la tarde-noche anterior
en el partido de fútbol gaélico, aunque no con tanta profundidad. Lo que más me
sorprendió de esta excursión fue el acento tan particular de la guía, muy
diferente al inglés británico. Nos explicaron cómo era el pueblo hace unos años
y cómo es ahora a través de unas fotos en las que se observaban diferencias con
la actualidad. Lo que más me gustó del pueblo fue la iglesia anglicana a la que
entramos, con un estilo muy diferente al católico. Esa misma tarde fuimos a
comer a un picnic en Moore Hall, visitamos un museo de la vida irlandesa
bastante interesante y por último fuimos al cine a ver la película
“TheAmazingSpiderman 2” en 3D.
Al
día siguiente fuimos a una de las ciudades más importantes de Irlanda, Galway.
También nos hicieron un tour guiado, pero en esta ocasión resultó mucho más
sencillo comprender a la guía. Fue una de las actividades que a mí más me
gustaron, ya que Galway es una ciudad preciosa, con algunas iglesias muy
bonitas, edificios impresionantes, y una buena cantidad de tiendas. De hecho, a
mí me pareció mucho más bonita y emblemática que Dublín. Después del tour hubo
tiempo para compras, y sin dudarlo fue el día que más regalos adquirimos para
la familia o para uno mismo. La mayor parte del dinero que llevaba la gasté en
las tiendas de souvenirs de Galway.
Un
poco más tarde fuimos al Castillo de Ashford, que ahora se ha convertido en uno
de los mejores hoteles de Irlanda. Es un sitio perfecto para tomar fotos. La
belleza del castillo en sí, unida a la de los jardines que lo rodeaban, hacía
que fuera imposible resistirse a posar en esos preciosos paisajes y hacerse
unas fotos con los amigos. También pudimos pasear por la orilla del río Cong,
donde vimos a varios cisnes por el camino.
El
viernes fue un día bastante largo, a pesar de que lo único que hicimos fue
escalar el Diamond Mountain, una montaña de unos 400 metros, en Connemara.
Aunque el tiempo nos asustó un poco por la mañana, finalmente pudimos escalar
la montaña sin ningún problema, obviando un pequeño chubasco mientras estábamos
subiendo los primeros metros. Realmente el tiempo se comportó durante toda la
semana. Llovió poco, e incluso había momentos en los que hacía hasta calor.
Llegar
a la cima del Diamond Mountain fue una tarea fácil para unos pocos y que
requirió algo más de esfuerzo para otros, mientras que algunos ni lo
intentaron. Allí en la cima hacía un viento insoportable, pero los paisajes
eran impresionantes, y por supuesto, hicimos bastantes fotos. La noche de ese
mismo día fuimos a una discoteca, ya que las irlandesas nos la habían
preparado, e incluso habían alquilado un autobús. La mayoría de los españoles
no íbamos muy arreglados, ya que la compañía de vuelos sólo nos permitía llevar
quince quilos en la maleta. Yo llevé 14 kilos a Irlanda y regresé con 14,8 a
España. ¡Menos mal que no tuve que ponerme a sacar cosas de la maleta en el
aeropuerto!
El
sábado pudimos descansar, ya que no teníamos ninguna actividad prevista por la
mañana. Por eso ese día no me levanté hasta las 12:00 aproximadamente, ya que
estaba agotado de las actividades de los días anteriores. Por la tarde pudimos
jugar a fútbol gaélico, ese deporte irlandés que ya vimos el martes. Me pareció
bastante interesante, como una mezcla entre el fútbol y el rugby, ya que se
puede jugar con manos y pies. Esta actividad estuvo organizada por uno de los
padres de las chicas irlandesas e hicieron hasta una ronda de penaltis en las
que se les otorgaron premios a los dos mejores equipos. Mi equipo consiguió el
2º premio.
El domingo fue otro día en el que pudimos
levantarnos tarde, ya que nuevamente teníamos la mañana libre. Ese día hicimos
kayak por la tarde, en Burrshoole Abbey, que estaba a cinco minutos andando de
la casa de mi irlandesa. Fue la única actividad que se realizó en Newport, y
todos los españoles vieron por primera vez el pueblo en el que yo y otros dos
más estábamos alojados. Fue otra de las actividades que más me gustaron, ya que
fue una experiencia nueva para mí, aunque ya había hecho piragüismo
anteriormente en campamentos y excursiones, pero nunca había montado en un
kayak. Realmente no logro ver las diferencias entre estas actividades
acuáticas.
El
lunes fue el último día de la semana, ya que esa misma noche a las 0:00
cogeríamos el bus para llegar a Dublín y desde allí a salir para España. Ese
día las irlandesas entraban en el instituto (la semana anterior tenían las
vacaciones de Pascua) y tuvimos que acompañar a unas alumnas del quinto curso,
ya que las nuestras se han saltado ese año y están trabajando temporalmente,
una opción posible en Irlanda. Las clases en Irlanda son diferentes a las de
España. Por ejemplo, la duración de cada clase es de unos 35 minutos. Están más
tiempo en el instituto, pero tienen dos descansos; uno más breve para
despejarse, después de dar cuatro asignaturas distintas, seguido de un descanso
más largo, en el que pueden salir a desayunar. Antes de eso tienen tres clases,
y justo después dos más.
Nosotros dimos las cinco primeras asignaturas
como clases normales con las alumnas irlandesas. Nos prepararon dos clases
especiales para nosotros, ya que en Irlanda, además de Matemáticas, Inglés,
Geografía y ese tipo de asignaturas, también tienen que aprender a cocinar o
lavar entre otras cosas. No obstante, dejando de lado lo que pienso desde el
punto de vista moral, la clase fue bastante entretenida. Hicimos un dulce
típico de Irlanda por parejas, y las profesoras decidieron quién lo había hecho
mejor, concediendo a la pareja ganadora un pequeño premio. Yo no tuve la suerte
de ganar, aunque me sentí muy orgulloso de mi creación culinaria, tanto que me
la traje a España para que mi familia la pudiera probar.
Por
último, las chicas irlandesas nos ofrecieron un espectáculo de música y bailes
típicos del país. Hicieron una versión del tema “Wake Me Up” de Avicii con
instrumentos típicos de Irlanda, algo que me encantó, ya que soy un gran fan de
la cultura y muy especialmente la música sueca, y esta versión “a la irlandesa”
me pareció bastante bonita. Algunos alumnos españoles también se
animaron a bailar sevillanas, para demostrar el arte que hay en nuestra tierra, por lo que pasamos
un rato bastante entretenido.
Para concluir esta crónica debo mencionar el tema
de las comidas, algo muy importante a la hora de adaptarte a un nuevo país.
Entre que en Irlanda hay una hora de diferencia con respecto a España y que los
horarios de las comidas son muy diferentes, los primeros días fueran bastante
caóticos para mí. Suelen desayunar sobre las 12:00-13:00 de la mañana, como una
especie de desayuno-almuerzo, mientras que cenan sobre las 18:00 de la tarde.
Por la noche lo único que toman es un vaso de té, leche o café, con algo dulce
para picar. En cuanto al contenido de las comidas, hay que decir que abundan
las patatas, que son congeladas, aunque las hay de muchos tipos y formas. Casi
todas las comidas van acompañadas de patatas, o al menos esa semana me las
pusieron todos los días. El desayuno típico irlandés es bacon, huevos y
salchichas, y puede ir acompañado de un café, tostadas o incluso cereales.
Aunque al principio me pareciera extraño, acabé acostumbrándome a ese desayuno.
¡El bacon estaba buenísimo!
Irlanda es un país realmente bonito.
Las casas están alejadas entre sí, la mayor parte de la población es rural, el
verde es el color que reina en el país. Todo aquel que busque un lugar frío en
el que pasar las vacaciones y al que le gusten los paisajes bonitos y la vida
en el campo tiene que visitar Irlanda sí o sí. Mi experiencia ha sido bastante
buena, aunque no creo que vaya a volver, porque tener que conducir por la izquierda
es algo que no creo que pueda hacer. Me apunté a este intercambio más por la
idea de vivir en un país extranjero que por el país en sí, pero al final
Irlanda me ha cautivado y me he enamorado perdidamente de su belleza interior.
Juan Francisco Barba Salado 1ºB